Adentrémonos en un aspecto crucial y a menudo pasado por alto: el cuidado de nuestra espiritualidad.
¿Qué es la espiritualidad?; es tu vida interior, la manifestación de tus valores y creencias, puedes llamarle fe, energías positivas, es lo que te lleva a la calma y a la reflexión, eso que trae paz y ayuda a reconectar. Es una dimensión integral de la experiencia humana que va más allá de lo material y lo tangible, nos puede ayudar a sobrellevar o responder preguntas como; ¿cuál es mi propósito?.
Migrar es retador, lo sabemos, por eso incluir un espacio al cuidado de nuestra espiritualidad, ayuda a centrarnos en lo valioso, y no importa si no profesas una confesión religiosa, porque no se trata solo de religión ó de filosofías, sino de conectarnos con la esperanza, el agradecimiento, la bondad y el amor, lo cual permitirá que cada etapa de nuestra travesía migratoria sea ligera, nos ayudará con el estrés, la soledad, los días grises, las cargas laborales, y con esos momentos en los que parece que la vida se pone en nuestra contra.
Todos en esencia somos seres espirituales. ¿Cómo reconectar con la espiritualidad en medio del caos que podemos estar experimentando?:
El yogui indio Sadhguru dijo: “Si comienzas algo inconscientemente puede que tambalees cada paso, o que estés fuera de lugar, como si manejas a casa con los ojos cerrados”. Ser conscientes es primordial en los primeros pasos de todo lo que hagamos, pero ten en cuenta que la conciencia no es la alerta mental, sino concentrarse en el momento presente, saber dónde estamos, por ejemplo; “ahora mismo leyendo este blog ”.
La conciencia viene en diversas etapas y crece cuando la cultivamos. Partamos por reconocernos; abraza todo aquello que eres, lo que viviste en tu país, agradecelo, incluso lo que duele recordar, acepta, honra, despide y avanza. ¡Respira!
Empodérate del lugar donde te encuentras, hazte consciente de las calles que te rodean y de su historia. Siente cómo te vas haciendo parte de tu entorno y consciente de tu interior.
Busca un parque que te guste, una iglesia, un café, siéntate ahí unos minutos cada día para respirar. Mira todo con los ojos de un niño, pero con el discernimiento de un adulto consciente, permítete estar expectante, ilusionado, hazte consciente de tus pensamientos; ¿y qué es eso? pues utilizar nuestra inteligencia en nuestro favor.
Pero, espera, esto no es algo que debas obligarte hacer, la conciencia es más una herramienta maravillosa para poder dar soporte a nuestro espíritu. Lo ideal es alcanzar cambiar ese “¡tengo que hacerlo!” por “¡quiero hacerlo!”, la disciplina alinea los deleites del corazón así alcanzamos la plenitud.
Cuando iniciamos nuestras rutinas espirituales la constancia y la disciplina son fundamentales, pero muchas veces, les vemos como obstáculo, sin embargo, es muy importante que podamos desarrollar hábitos y costumbres que expresen lo que creemos y nuestra fe.
Nuestro desarrollo espiritual nos permite incluso, sentirnos más seguro, comunicarnos de una manera más asertiva, reconociendo al otro, ejemplo; “Reconozco que mi compañero alemán tiene una esencia más directa y despersonalizada de comunicarse, por lo tanto desde el ser consciente, lo acepto, y me reconozco a mi misma”.
La inteligencia espiritual es salir de la superficie y mirar las cosas desde lo profundo, para desarrollarla, además del hábito de ser consciente, también tienes otras disciplinas que puedes explorar; la ciencia indica que una de las mayores herramientas para vencer la ansiedad y el estrés es la disciplina espiritual de la meditación, como acto de reflexión, se puede meditar en escrituras sagradas e ir poco a poco comprendiendo las palabras y las promesas que están detrás de las letras.
Un truco dentro de mi rutina que te puedo compartir es; colocar las manos palmas para abajo, allí imagino que entregó a Dios mis cargas, todas las preocupaciones del momento y hago una pequeña oración, luego, manos palmas para arriba recibo todas las bendiciones que Dios me entrega y me concentro en ellas sin acelerar, solo aceptando el día en el que estoy.
Otra disciplina es la contemplación: Mira las aves en el cielo, mira los campos, las flores, ¡imaginalas!. Contempla esa creación, y comienza a desacelerar, nosotras somos parte de esta hermosa creación, aun los cielos grises tienen belleza.
Para hacer más llevadera la rutina; relaciona la palabra “Disciplina” con “Libertad”. Profundiza en tu relación con eso que es mayor, con esa energía que garantiza la bondad, la esperanza, la amabilidad y el amor, reencuéntrate con tu esencia.
Otra rutina espiritual que te comparto es tener un cuaderno de agradecimiento; un pequeño diario donde día tras día, anotes razones por las que estás agradecida, así cuando vengan los malos momentos puedes leerlo serenamente, abrazarlo, respirar y re-enfocarte.
Crea un playlist de música sanadora, danza, crea espacios en tu nuevo hogar que te llenen de buenas energías, un altar, un lugar donde orar, un espacio donde honrar tus costumbres, tus tradiciones.
La migración nos brinda la oportunidad de enriquecernos con las historias y creencias de diversas culturas. Buscar grupos donde compartir experiencias espirituales con otras mujeres migrantes crea un tejido de apoyo y comprensión mutua. Juntas, podemos aprender y crecer, nutriendonos a medida que avanzamos en este viaje compartido.
¿Cómo cuidas tu espiritualidad mientras te adaptas a la vida en Alemania? ¡Comparte tus experiencias en los comentarios y sigamos avanzando!
Por LigiZite.
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